Perros de la Guerra: Historia de los Mercenarios
La figura del mercenario, el “perro de la guerra,” es tan antigua como la guerra misma. Desde la Antigüedad hasta nuestros días, individuos y grupos armados han ofrecido sus servicios al mejor postor, transformando el arte de la guerra en una profesión, a menudo desprovista de lealtad nacional o ideológica.
En la Grecia Clásica, los mercenarios eran comunes. Jenofonte, en su obra *Anábasis*, narra la historia de los “Diez Mil,” un ejército de mercenarios griegos contratados por Ciro el Joven para derrocar a su hermano, el rey Artajerjes II de Persia. Estos hombres, curtidos en batalla y leales a su paga, demostraron la superioridad de la táctica hoplita incluso en territorio hostil. También Cartago, con su vasta red comercial, dependía en gran medida de mercenarios ibéricos, galos y africanos para sostener sus guerras.
La Edad Media Europea presenció el auge de las compañías de *condottieri* italianos, líderes militares que contrataban sus ejércitos para los diferentes estados de la península. Hombres como John Hawkwood (Giovanni Acuto) amasaron grandes fortunas y poder gracias a su habilidad en el campo de batalla. La Guerra de los Cien Años también fue un terreno fértil para los mercenarios, con compañías como la Compañía Blanca prestando sus servicios a Inglaterra y Francia, y a menudo saqueando y extorsionando a la población local cuando no recibían su paga.
El Renacimiento vio una evolución en la profesionalización de la guerra, aunque el mercenariado persistió. Los lansquenetes alemanes, soldados de infantería bien entrenados y armados, se convirtieron en una fuerza temible en los campos de batalla europeos. Su ferocidad y disciplina los hacían muy solicitados, aunque también propensos al saqueo y la brutalidad.
Con la formación de los ejércitos nacionales a partir del siglo XVII, la figura del mercenario individual disminuyó, pero nunca desapareció por completo. En el siglo XX, reaparecieron con fuerza, especialmente en África y América Latina, donde la inestabilidad política y los conflictos internos crearon una demanda constante de soldados de fortuna. Compañías militares privadas (PMC), como Executive Outcomes y Sandline International, saltaron a la fama, ofreciendo servicios de seguridad, entrenamiento militar y, en algunos casos, participando directamente en combates.
Hoy en día, las PMC operan a nivel global, proporcionando seguridad a empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales en zonas de conflicto. Su papel es controvertido, ya que plantean cuestiones sobre la responsabilidad, la transparencia y la rendición de cuentas. Si bien algunos argumentan que son una herramienta útil para llenar vacíos de seguridad, otros los consideran una amenaza para la soberanía nacional y el derecho internacional. Independientemente de la perspectiva, los “perros de la guerra,” en sus diversas formas, continúan siendo una realidad en el complejo panorama de la guerra moderna.
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